Se pone en marcha la estrategia de los okupas para apropiarse de casas con facilidad en verano: todo lo que debes saber

“Tomar una vivienda o un local deshabitados e instalarse en ellos sin el consentimiento de su propietario”, así es como define la Real Academia de la Lengua Española (RAE) en qué consiste la ocupación de una vivienda, que como ya sabemos todos, los autores y defensores de estas acciones empezaron a llamar con “k”, okupación, y la propia RAE ya lo ha recogido como palabra aceptada en la lengua española.

 

Lo cierto es que las circunstancias que llevan a una familia a okupar una vivienda pueden ser muy diversas, desde por pura necesidad, lo que obviamente no quita que perjudica al dueño de la misma, como movimiento reivindicativo por el alto precio del alquiler y compra de casa, como la pura gamberrada o como ganas de vivir de una forma alternativa.

En verano, con el vaciado vacacional de muchas casas, los okupas suelen estar alerta para ver cuáles pueden quedarse sin inquilinos. El problema es que la polémica suscitada por la última Ley de Vivienda, aprobada el pasado mayo, en concreta, en referencia a los problemas para desalojarlos.

En cualquier caso, el Código Penal señala claramente que cuando alguien ocupa para casa vacía sin autorización está incurriendo en un “delito grave de usurpación de inmuebles”. Pero, para los propietarios, el principal problema para echar a los okupas es que la vivienda de que se trate no sea su vivienda habitual, lo que hace que el proceso de desalojo se dilate mucho más en el tiempo.

En cuento al desalojo, la policía necesita una orden judicial para echar a los okupas, pero si permanecen allí al menos 48 horas y cambian la llave, la vivienda se puede considerar su “morada”, al no haber estado ocupada como vivienda principal por otra persona. Con lo cual ya la cosa se complica para que se vayan.

Una de las estrategias que más se utilizan últimamente es la llamada “inquiokupación”. Se trata de personas que alquilan una vivienda por el proceso normal pero, al cabo de uno o dos meses, dejan de pagar el alquiler pero no se van de ella, por lo que pasan a la condición de inquilinos convertidos en okupas. Como en estos casos no es un allanamiento ni una usurpación (como la okupación a las bravas), sino un impago de alquiler el dueño de la casa tiene que empezar un proceso de desahucio, lo que permite a os okupas permanecer mucho más tiempo en esa vivienda, dado lo dilatados que pueden llevar a ser estos procesos.

 

 

 

[Fuente «El Huffington Post»]