La caída de la inversión pública envejece las infraestructuras:

el 24% tiene más de 20 años

La caída de la inversión del sector público durante la última década ha reducido a niveles negativos la inversión neta en infraestructuras públicas. Por esa razón, la inversión de reposición es insuficiente, muchas infraestructuras están envejeciendo y el stock de capital en servicios públicos retrocede desde 2012. En 2016 el 24,2% de las infraestructuras públicas tenían más de 20 años de antigüedad frente al 14,2% en 2007. Las infraestructuras hidráulicas, portuarias y viarias son las más envejecidas. Son datos revelados por un informe elaborado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE).

El perfil inversor en España ha sido marcadamente procíclico, lo que acentúa las oscilaciones de la economía. El gasto público no contribuye a estabilizar el ciclo sino a agravarlo, sobre todo el gasto de inversión. Cuando los ingresos fiscales caen al entrar en una recesión, los gobiernos se ven forzados a reducir la formación de capital, menos sensible a los compromisos sociales. Por esa razón, la inversión pública en España sufrió una brusca caída a partir de 2009 de la que todavía no se ha recuperado. La inversión bruta ni siquiera cubre la depreciación de los capitales acumulados y si el ritmo inversor se mantiene en los niveles actuales, en 2030 casi la mitad de las infraestructuras públicas españolas tendrá una antigüedad superior a 20 años.

La inversión privada también registró un descenso durante los primeros años de crisis pero, a diferencia de la pública, presenta ya desde 2014 tasas de crecimiento positivas, cercanas al 5% anual. Pese al bajo nivel de inversión de los años recientes, España no padece como en el pasado un problema de insuficiencia generalizada de capital privado, ni tampoco público. El elevado esfuerzo de acumulación de las décadas posteriores al acceso a la Unión Europea -facilitado por los abundantes fondos europeos recibidos- sitúa nuestras dotaciones relativas de capital actuales entre las más elevadas del mundo. Sin embargo, el aprovechamiento de los capitales acumulados es escaso. Aunque se observa cierta mejora en los últimos años, la productividad del capital es menor que en otros países y ha retrocedido un 14% en este siglo.

El marcado perfil cíclico de las inversiones, el envejecimiento de las infraestructuras públicas y la baja productividad de los capitales son los tres principales problemas que destaca el informe El stock de capital en España y sus comunidades autónomas. Evolución de la edad media de las inversiones y envejecimiento del capital, elaborado por la Fundación BBVA y el Ivie. El estudio, elaborado por los investigadores Francisco Pérez, Matilde Mas, Lorenzo Serrano y Ezequiel Uriel, en colaboración con los técnicos del Ivie Eva Benages y Juan Carlos Robledo, actualiza la base de datos El stock y los servicios del capital en España, que publica anualmente la Fundación BBVA y el Ivie.

Evolución de la inversión

Durante la expansión iniciada en 1995 la inversión (pública y privada) se disparó, pero el desplome derivado de la crisis a partir de 2008 confirmó la volatilidad de una variable cuyo perfil es mucho más irregular que el de la producción o el empleo. El retroceso de la formación bruta de capital en la economía española fue tan intenso que la inversión neta -calculada descontando la depreciación de los activos- fue prácticamente nula en 2013. En 2018, tras cuatro años de recuperación, la inversión bruta sigue muy por debajo del pico alcanzado en 2007, y supone solo un 78% de aquel nivel máximo; la inversión neta, con un perfil mucho más marcado, se sitúa en niveles inferiores a los de 1995. El esfuerzo inversor en relación al PIB es ahora del 21%, frente al 31% de entonces y con ese nivel, la inversión bruta realizada casi se consume en cubrir la depreciación de los capitales: la inversión neta apenas representa el 4% del PIB.

En cuanto a la trayectoria de la inversión pública ha sido muy irregular a lo largo del siglo XXI, creciendo con fuerza durante la expansión —impulsada fundamentalmente por la construcción del ferrocarril de alta velocidad— y retrocediendo tanto durante la crisis que las inversiones netas son negativas desde 2012. La formación bruta de capital fijo es el gasto presupuestario que más ha caído como consecuencia de los ajustes, y aún no muestra síntomas de recuperación. El gasto público cayó un 5% entre 2010 y 2013, pero la inversión bruta padeció con especial intensidad los recortes, reduciéndose en esos años más de un 50%, lo que ha llevado la inversión neta a cifras negativas. La inversión privada también sufrió una caída importante en los primeros años de la gran recesión, pero desde 2014 volvió a crecer, pese a lo cual la inversión neta en 2017 no alcanza el 50% de la del año 2000.